La joven mexicana Celeste Jaime cuenta como su padre, propietario del “Restaurant Jaime y Santos”, se apoderó del gusto de los comensales de la población de Atlanta cuando en 1989 abrió su primer negocio con tan poco dinero y sin nada. Nos abre las puertas de su negocio gastronómico para demostrarle al mundo que las oportunidades nunca son imposibles de alcanzar.

La hispana Rosalba Morales no se le olvidó guardar en sus maletas el “amor por la cocina”, cuando emigró de México hasta la tierra de las oportunidades Estados Unidos, donde es la “ama” y “señora” de los ricos tamales mexicanos. Desde ya, trabaja para establecer su propio centro gastronómico accesible a todo el mundo.

Marcos Contreras le dio un freno definitivo a la explotación laboral y nunca dejó de luchar por formalizar su negocio de mantenimiento de jardinería residencial y comercial en los Estados Unidos. Recuerda, para Mundo Hispánico, que tramitó un TAX ID y con una máquina regalada logró avanzar en su plan de trabajo hasta obtener más de 60 contratos, acumulando 250 mil dólares.

Sin espéraselo, Maritza Padilla asumió la administración total de la empresa hispana “Evolutión Customs” a los 14 años de edad, luego que su padre quedará incapacitado debido a una terrible enfermedad. Desde ese entonces, la joven mexicana ya ha logrado su primer millón de dólares en una faena dominada por hombres.

Alberto Assad, cuando supo que podía cambiar la dinámica empresarial y formar líderes audaces, decidió independizarse para formar su propia consultora de gerencia, estrategia y liderazgo en los Estados Unidos desde su casa. Según su experiencia: “Los hispanos tienen muchas cualidades, las cuales deben saber aprovecharlas”.

Jorge Plata es un hispano radicado en los Estados Unidos, quien con esfuerzo, una camioneta vieja y pocos instrumentos de trabajo formó “J.P Tree Service”, empresa de remoción de árboles residenciales y comerciales que hoy en día le genera 90 mil dólares a la semana. Dijo que nunca se dio por vencido. Está es su verdadera travesía millonaria.

El guatemalteco Luis Reyes enfrentó una deportación, pero al mismo tiempo tuvo la oportunidad de expandirse en el campo de la mecánica en los EE.U., luego de haber mezclado cemento y embolsado tortillas. Recuerda que comenzó desde cero con un dinero que le prestaron para comprar un amplio taller donde actualmente reparan vehículos de alta gama, produciendo al año 250 mil dólares

Es un empresario hispano que administra una de las compañías de limpieza más grande y reconocida de Atlanta llamada “Maria´s Cleaning Service”. Inicio este proyecto hace seis años con una inversión de 3.500 dólares aportando un millón de dólares al año en ganancias. “Siempre creí en mí”, expresó para Mundo Hispánico.

Buscando otros horizontes, el colombiano Santiago Arredondo construyó su compañía de remodelación y construcción de casas “Style on Floors Construction” en los Estados Unidos, apoyado en sus conocimientos técnicos cuando estudiaba ingeniería civil, la cual no terminó por la crisis que arropaba a su país en aquel entonces. Comparte para Mundo Hispánico cómo su empresa produce más de un millón de dólares al año.

Aunque sus primeros trabajos no fueron tan rudos al llegar a los Estados Unidos, Irma Padilla se atrevió a entrar en el competitivo mundo de la construcción sin impórtale que esa faena implicaba fuerza y agotamiento. Sólo acumuló 3.500 dólares y gestionó los permisos necesarios para fundar “Padilla Constructión”, logrando que sus hijos tuvieran una mejor calidad de vida.

La mujer latina sigue triunfando, esta vez Jessy Amador, de Honduras, narra, para Mundo Hispánico, como rompió las barreras del “machismo” cuando comenzó su constructora en los Estados Unidos. “Toqué muchas puertas para expandir mis servicios, ahora mi empresa produce 20 millones de dólares anuales”, contó muy orgullosa luego de aquella “gesta americana”.

El hispano Leonardo Vergara hizo una pausa indefinida en su carrera como médico y con el apoyo de su esposa estableció una fábrica de vidrios y espejos en los Estados Unidos, sin invertir mucho dinero. El arranque fue lento con pocos trabajos, pero de la noche a la mañana el destino le abriría nuevas oportunidades. El negocio fue creciendo generando 2.5 millones de dólares en ganancias.

A los 18 años de edad, el mexicano José Cano emprendió un largo camino a los Estados Unidos con la única esperanza de alcanzar sus sueños y abundancia económica. Trabajaba 12 horas como ayudante de la construcción, adquiriendo los conocimientos técnicos para independizarse y formar su compañía de piedras y ladrillos. Su primer contrato fue la fabricación de una chimenea, desde esa ocasión le llovieron las oportunidades en su nuevo plan de negocios. “Hay que pensar en el futuro”, dijo emocionado.